Las tenencias de criptomonedas del presidente de EE.UU. va más allá de World Liberty Financial y su memecoin $TRUMP, también es un gran tenedor de Bitcoin. ¿Aprovechará Trump su presidencia para impulsar su precio a nuevas cotas? Todo indica que hace rato lo está haciendo.
Donald Trump, quien hasta hace pocos años manifestaba públicamente poca simpatía por el universo cripto, hoy se convirtió en uno de los mayores inversores de bitcoin a nivel mundial. Su fortuna digital, según estimaciones a las que accedió la revista norteamericana Forbes, alcanzaría los U$S 870 millones en Bitcoin y lo posiciona como uno de los principales jugadores en este ecosistema donde confluyen tecnología, política y el siempre volátil humor de los mercados.
La clave está en la estructura de su portafolio: Trump no posee bitcoin de forma directa, sino que lo hace a través de su participación en Trump Media and Technology Group, la compañía responsable de Truth Social.
Esta empresa, que pocos meses atrás reportaba menos de U$S 4 millones de ingresos anuales, adquirió un protagonismo inesperado al apostar fuerte por las criptomonedas.
En mayo, Trump Media recaudó U$S 2.300 millones a partir de deuda y ventas de acciones—éstas últimas, con una cotización inflada que diluyó la posición de Trump en la firma del 52% al 41%. Dos meses después, la empresa sorprendió al mercado comprando U$S 2.000 millones en Bitcoin, lo que incrementó el valor de la participación personal de Trump a la astronómica suma actual.
En cuanto a los motivos detrás de esta jugada, la administración fue categórica. “Ni el presidente ni su familia han incurrido ni incurrirán jamás en conflictos de interés”, enfatizó la portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt. Sin embargo, sus palabras parecieron perder fuerza segundos después, al señalar las obvias zonas grises que genera este inédito cruce entre intereses privados y decisiones gubernamentales. “A través de decretos ejecutivos, leyes como el GENIUS Act y otras políticas de sentido común, la administración está cumpliendo con la promesa del presidente de convertir a Estados Unidos en la capital cripto del mundo”, añadió Leavitt.
La transformación de Trump de escéptico a entusiasta de las criptomonedas fue gradual, pero se aceleró con la campaña electoral de 2024.
En sus años fuera de la Casa Blanca, experimentó primero con el negocio de los NFT, lanzando cartas coleccionables propias que le generaron varios millones de dólares en ingresos. Luego, creó junto a sus hijos el proyecto World Liberty Financial, una iniciativa que fracasó inicialmente, aunque tomó impulso una vez confirmada su victoria electoral. “En ese momento la comunidad cripto, siempre sensible a la regulación, apalancó el token World Liberty, sumando más de U$S 1.000 millones al patrimonio de Trump”, reveló la investigación. En paralelo, el entonces presidente electo lanzó un “memecoin” que, según estimaciones, le permitió amasar cerca de U$S 1.000 millones extra.
El efecto Trump no se hizo esperar: desde las elecciones hasta mayo, el precio de bitcoin saltó un 60%.
En ese contexto, Trump Media tomó la decisión de empezar a atesorar la criptomoneda, sustentando la movida con una mezcla de activos sobrevaluados—U$S 1.000 millones en bonos convertibles y U$S 1.400 millones en acciones. “La parte de la deuda que corresponde a Trump, unos U$S 400 millones, es ahora el mayor crédito de su portafolio, superando cualquier hipoteca inmobiliaria”, detalló el informe.
Sin embargo, el frenesí financiero también tuvo costos. La capitalización bursátil de Trump Media hoy es U$S 1.200 millones menor a su valor previo al viraje hacia Bitcoin. El mercado parece dar por descontado que, fuera del juego cripto, el negocio original de medios vale solo un 60% de lo estimado a comienzos de año. No obstante, la volatilidad sigue siendo la constante: si Bitcoin continúa su rally alcista, nutrido —al menos en parte— por las políticas favorables que impulsa la Casa Blanca, los seguidores de Trump podrían volver a comprar acciones en masa, potenciando aún más su fortuna personal.
En un escenario dominado por nombres como los gemelos Winklevoss (con U$S 8.000 millones en Bitcoin), Michael Saylor (U$S 7.200 millones combinados entre empresa y cartera privada), Tim Draper (U$S 3.600 millones) y Matthew Roszak (más de U$S 1.000 millones), Donald Trump se ganó un lugar entre los grandes titanes del dinero digital. Paradójicamente, el mismo hombre que en 2019 sentenciaba desde su cuenta en una red social “No soy fanático del Bitcoin ni de otras criptomonedas, que no son dinero y cuyo valor es sumamente volátil y basado en el aire”, hoy apuesta el corazón de su fortuna a la moneda que alguna vez despreció.