Desde los primeros smart contracts hasta la tokenización de activos del mundo real, Ethereum consolidó una década de innovación tecnológica y adopción global. La red sigue siendo la infraestructura clave del ecosistema cripto: robusta, sostenible y elegida por instituciones, gobiernos y empresas para construir el futuro descentralizado.
Hace 10 años, cuando Ethereum se lanzó el 30 de julio de 2015, llegó con una propuesta
ambiciosa: convertir a la blockchain en una plataforma flexible y programable. Al permitir que
cualquier persona pudiera crear aplicaciones descentralizadas a través de smart contracts,
Ethereum amplió radicalmente las posibilidades de la tecnología cripto y abrió el camino a una
nueva era de innovación abierta.
En estos diez años, la red evolucionó de un experimento prometedor a una infraestructura
robusta que, a día de hoy, sostiene desde sistemas financieros descentralizados hasta
proyectos de tokenización de activos reales, pasando por expresiones culturales y nuevos
modelos de gobernanza digital.
La historia de Ethereum está marcada por hitos clave: su lanzamiento, el episodio de The DAO
y el posterior hard fork que dio origen a Ethereum Classic, el boom del DeFi, la popularización
de los NFTs y, más recientemente, la transición a proof-of-stake con The Merge. Cada una de
estas etapas consolidó a la red no sólo como una tecnología, sino como un ecosistema vivo, con
una comunidad activa, capacidad de adaptación y un impacto duradero.
Ethereum se diferencia por tener un ecosistema dinámico y vibrante. A pesar del surgimiento
de otras blockchains más rápidas o más baratas, ninguna logró replicar la robustez de la
Ethereum Virtual Machine (EVM), la fuerza de su base de desarrolladores o el nivel de
adopción institucional. Desde bancos centrales hasta protocolos de stablecoins, desde
empresas de tokenización hasta startups Web3: todos siguen eligiendo Ethereum como base
de confianza.
La transición al modelo de proof-of-stake significó un salto en sostenibilidad y seguridad:
redujo en más de 99% el consumo energético de la red e introdujo nuevos mecanismos de
incentivo que fortalecen su eficiencia. A su vez, el staking de ETH comenzó a ofrecer retorno
financiero y una conexión directa con la protección de la red —una innovación que une
tecnología e incentivo económico—. Al reemplazar la minería por staking, The Merge redefinió
los fundamentos operativos de Ethereum y preparó a la red para una nueva fase de expansión,
con más rendimiento y capacidad de adopción global.
Claro que, aun así, persisten desafíos. Las fees elevadas en momentos de congestión, las
barreras técnicas para nuevos usuarios y la fragmentación de liquidez entre soluciones de
segunda capa siguen siendo aspectos en evolución. Pero es justamente esa capacidad de
reconocer sus propias limitaciones —y reinventarse técnicamente— lo que sostiene la
relevancia de Ethereum como infraestructura de largo plazo.
El token ETH refleja esa madurez: tiene utilidad concreta, un modelo deflacionario vía burn de
tokens, y ofrece rendimiento con menor volatilidad gracias al staking. Su propuesta va más allá
de la especulación: es un pilar central de la nueva infraestructura digital.
Creo que, a largo plazo, Ethereum va a seguir siendo la plataforma preferida para construir
soluciones descentralizadas serias, especialmente por parte de instituciones, gobiernos y
empresas que buscan seguridad e interoperabilidad. Más allá de los ciclos del mercado,
Ethereum sigue siendo la red mejor preparada para sostener la próxima generación de
innovaciones en blockchain.
En Ripio venimos siguiendo de cerca cada etapa de este recorrido y seguimos siendo optimistas
con el futuro de Ethereum. Como pilar de la nueva infraestructura digital, esta red está
transformando mercados, conectando instituciones e impulsando la adopción global de
soluciones descentralizadas. Celebrar sus 10 años es reconocer no sólo un hito tecnológico,
sino una década de avances que están redefiniendo el futuro de la infraestructura digital.
- Por Sebastian Serrano
CEO & Co-Founder de Ripio.